EL ACV NO SE QUEDA EN CASA
El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una patología que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) representa la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad entre los adultos a nivel global. Al respecto opinó para TélaM el Dr. Maximo Zimerman, neurólogo y director médico de Centro CITES-INECO.
El accidente cerebrovascular (ACV) es una enfermedad catastrófica, en gran medida podemos evitar su aparición previniendo y controlando los factores de riesgo vasculares. Podemos mejorar los síntomas y disminuir su mortalidad si actuamos de manera rápida, oportuna y eficientemente. El ACV se recupera mediante un programa interdisciplinario, coordinado y estructurado de neurorrehabilitación.
El ACV se produce por una disminución brusca de flujo sanguíneo al cerebro. Esto se puede originar por una obstrucción de una de las arterias que llevan sangre al cerebro y ahí hablamos de ACV isquémico, o por una ruptura de un vaso con extravasación de sangre y ahí hablamos de ACV hemorrágico. El 80% de los ACV son isquémicos.
El ACV es una emergencia y cada minuto que se pierde compromete el éxito del tratamiento. Este tratamiento UNICAMENTE puede implementarse en las primeras horas de ocurrido el ACV, mediante una medicación que permite disolver el trombo y/o mediante cateterismo. En el contexto actual de pandemia, existe «temor de contagio de Covid 19 ocasionando una significativa demora y disminución de las consultas de los pacientes en las guardias de los hospitales. Los pacientes consultan en la actualidad con cuadros evolucionados y con imposibilidad de brindarles un tratamiento oportuno.
La World Stroke Organization demostró con una encuesta realizada en abril que estamos ante un fenómeno global y preocupante. Se observo una disminución de aproximadamente un 40% de consultas de pacientes cursando un ACV agudo con respecto a igual periodo del año pasado.
Sin dudas, la detección a tiempo y una pronta atención médica siguen siendo claves fundamentales para reducir de manera significativas secuelas neurológicas y la mortalidad por ACV.
Existen tres signos principales del ACV que se observan a simple vista en el cuerpo y pueden resumirse en un HaBraSo; se debe prestar especial atención al HAbla, los BRAzos y SOnrisa. Si la persona se expresa con dificultad o le cuesta articular su discurso, levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae o sonríe de forma asimétrica, es fundamental llamar inmediatamente a una ambulancia porque, «cada minuto cuenta».
El ataque cerebrovascular se puede prevenir ya que el 80% de ellos están vinculados a factores de riesgo que pueden evitarse a través de conductas saludables. Entre ellos se destacan:
• Presión arterial elevada
• Diabetes
• Sedentarismo
• Obesidad
• Arritmia cardiaca: Fibrilación auricular
• Tabaquismo
• Colesterol elevado
• Dieta poco saludable
• Uso de alcohol y drogas de abuso
Una gran cantidad de pacientes consultan por las secuelas de un ACV que sufrieron hace años, con la convicción de que es demasiado tarde para observar una mejoría. Muchos refieren haber realizado rehabilitación pero que «hace años» no hacen nada, y temen haber llegado a una «meseta». Sin embargo, un paciente con secuelas puede mejorar con un programa interdisciplinario y especialmente diseñado de neurorrehabilitación.
La ciencia detrás de la neurorrehabilitación es la neuroplasticidad, y describe la facultad del sistema nervioso de cambiar su estructura y funcionamiento como reacción a las diversas situaciones y entrenamiento. Este potencial adaptativo permite al cerebro reponerse de lesiones adquiridas, como el caso del ACV, disminuyendo la discapacidad y las secuelas.
Asimismo, es importante tener en cuenta que también los pacientes con secuelas subagudas y crónicas luego del ACV se vieron perjudicados por la pandemia. Estos pacientes se vieron comprometidos por la interrupción abrupta de los programas estructurados de rehabilitación neurológica. La tele-consulta y tele-rehabilitación instaurada por un equipo interdisciplinario es un elemento de utilidad que permitió en gran cantidad de nuestro pacientes continuar en contacto con el equipo tratante desde sus casas.
Neurólogo y director médico de Centro CITES-INECO.
Por Maximo Zimerman
FUENTE: TELAM