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G20 de la India: tras una larga charla con Kristalina Georgieva, Alberto Fernández pronosticó un fin de ciclo agridulce con el FMI

El presidente y la directora gerente dialogaron en profundidad acerca de la futura agenda del organismo multilateral con la Argentina, que depende de las revisiones técnicas del Staff y de las decisiones políticas del Board para cancelar los vencimientos pendientes de 2023

Rodrigo Valdés, director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para América Latina, se convirtió en el enemigo número 1 de Alberto Fernández y Sergio Massa por su propuesta técnica de ejecutar un fuerte ajuste de la economía nacional a cambio de recomendar al Board los desembolsos indispensables para evitar que Argentina cayera en default durante julio de 2023.

Massa cruzó a Valdés en un zoom que será recordado durante mucho tiempo en el Palacio de Hacienda y Alberto Fernández escaló hasta la Casa Blanca para bloquear esa medida de ajuste que se promovía desde el staff del FMI.

Pero la relación del director del Fondo con Alberto Fernández y Massa quedó rota para siempre, y se aguarda en los próximos meses una continuidad de esa crucial batalla a través de otros medios. Valdés cree que su receta es correcta, y aguardará hasta noviembre para insistir con medidas de ajuste que Balcarce 50 debería aplicar en una época política signada por un posible balotaje y la transición hacia un nuevo gobierno.

El Presidente asume que Valdés insistirá con las propuestas de ajuste y aprovechó su viaje a New Delhi para cuestionar los criterios técnicos y políticos que pretende aplicar el director del Fondo para el caso argentino. Sin mencionar a Valdes, Alberto Fernández criticó al staff del FMI durante una conversación informal con Biden, que reconoció la guerra de guerrillas que se libra entre Washington y Buenos Aires.

Biden ratificó a Alberto Fernández que su consejero de Seguridad Nacional, Jack Sullivan, y la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, atemperaron las exigencias de ajuste promovidas por Valdés y el staff técnico que lo secunda. “Hicimos lo que pudimos”, aseguró Biden cuando el presidente exhibió su malestar con la línea burocrático del FMI.

Alberto Fernández y Joseph Biden durante su reunión informal en la cumbre del G20 en IndiaAlberto Fernández y Joseph Biden durante su reunión informal en la cumbre del G20 en India

Con todo, en noviembre puede haber una tormenta perfecta. El board del FMI debe aprobar el último desembolso de 2023, mientras la incertidumbre política configuraría dos hechos alternativos: balotaje o transición electoral. Y adentro de la segunda vuelta -como una caja china- está aun pendiente la incógnita de saber si Javier Milei tendrá como adversario a Massa o Patricia Bullrich.

Alberto Fernández apostó en New Delhi una cena a favor del triunfo de Sergio Massa contra Milei en un eventual balotaje. Pero esa confianza electoral no le servirá para bloquear las iniciativas que pretende presentar Valdés al board del FMI antes que concluya noviembre.

En este caso, el presidente y el director del FMI coinciden: Argentina no llegará a esa reunión de directorio con las metas cumplidas, y no habrá atenuantes lógicos respaldados en una sequía que meses atrás implosionó la economía nacional. Ya se sabe que la ausencia de lluvias es un fenómeno natural diferente al incremento del gasto público en plena campaña electoral.

Alberto Fernández llegó a New Delhi con la intención de castigar al FMI por la posición intransigente de Valdés y el staff asignado a América Latina. Y cumplió con ese objetivo político durante su primer discurso ante la cumbre del G20.

Ayer, madrugada en Argentina, el jefe de Estado leyó: “El cambio climático alteró todos nuestros planes y el Fondo Monetario Internacional del que somos deudores, se aferró a sus dogmas y se mostró incapaz de innovar con nuevas soluciones para enfrentar la catástrofe”, dijo Alberto Fernández.

A pocos metros de la delegación argentina, Kristalina Georgieva escuchó la critica presidencial con cara de poker. Antes de ese discurso había mantenido una larga conversación con Alberto Fernández, y no le sorprendió su tono agrio.

El diálogo entre Alberto Fernández y la directora gerente sucedió en la Zona VIP de la cumbre del G20, y terminó cuando el premier de la India, Narendra Modi, convocó a la sesión inaugural del foro multilateral. No fue un cónclave formal, se encontraron por azar y el jefe de Estado aprovechó la oportunidad.

El staff nos jugó en contra. Teníamos un acuerdo, y no lo respetaron-, cargó Alberto Fernández.

Tenés razón-, contestó, lacónica, Kristalina Georgieva.

Alberto Fernández comprendió que la directora gerente estaba abierta a escuchar sus criticas, y avanzó sin eufemismos diplomáticos.

Es Valdés que plantea medidas de ajuste. Medidas que no se pueden hacer. Propuso cosas sin sentidos-, añadió el Presidente.

–La sequía complicó todo. Si no hubieran cumplido con las metas. Yo lo sé-, replicó Georgieva.

–Ok. Pero lo pusiste a Valdés. Y ahora nos complica…-, insistió Alberto Fernández.

Yo no lo puseNo fue decisión mía-, cerró Georgieva.

Rodrigo Valdés, director del FMI para América LatinaRodrigo Valdés, director del FMI para América Latina

Alberto Fernández y Georgieva siempre tuvieron buena relación, pese a las promesas incumplidas de la directora gerente. Georgieva le aseguró al presidente que el board del FMI reduciría los sobrecargos en noviembre de 2021, y eso nunca sucedió. Los sobrecargos implican cerca de 1.200 millones de dólares extras al año que la Argentina debe pagar por el crédito de 44.000 millones de dólares que tomó Mauricio Macri en 2018.

Martín Guzmán inició la cruzada contra los sobrecargos cuando era ministro de Economía y Sergio Massa continuó con esa faena parecida a una quimera política. Alberto Fernández y Georgieva analizaron este asunto -de nuevo- en la cumbre del G20 en New Delhi. Fue un déjà vu: ya habían hecho lo mismo en los G20 de Roma y Bali.

Sin embargo, el presidente quedó entusiasmado. La directora gerente prometió una decisión institucional antes que concluya 2023. Y Alberto Fernández pudo confirmar, por afuera de la estructura burocrática del FMI, que el board se apresta a discutir la viabilidad de los sobrecargos.

Aún no hay precisiones acerca de la fecha de tratamiento y la profundidad de la decisión a tomar. Alberto Fernández cree que se trataría de la eliminación total de los sobrecargos, una hipótesis de trabajo que choca con el estilo de vida de los funcionarios que trabajan en el FMI: esos fondos extras financian los viajes, las comidas, los trajes y los viáticos de la nomenclatura que cumplen las ordenes -en el caso de América Latina- del director Valdés.

A pocas semanas de concluir su mandato, el presidente asume que habrá un último capítulo agridulce en la relación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional. Este juicio de valor implica que habría una nueva ofensiva para ajustar la economía -en pleno desenlace electoral- y el posible reconocimiento institucional a la carga abusiva que imponen los sobrecargos a los países deudores.

“Confía en mí. Ya vas a ver. Habrá un triunfo tuyo”, le prometió Georgieva a Alberto Fernández. Caía la noche en New Delhi, mientras las vacas flacas y sagradas se movían despacio en el medio de la nada.